martes, 6 de septiembre de 2016

Trabajo retribuido bajo la perspectiva y testimonio de mujeres indígenas de Puebla.

El día de ayer 5 de septiembre se conmemoró el día internacional de la mujer indígena, algo cuyo único impulsor en este país pareciera ser Amnistía Internacional. Podemos pensar en situaciones actuales que evitaron que esto fuera visualizado. Además de características asociadas al contexto en donde si bien se tratan temas relacionados a las poblaciones indígenas de nuestro país, no se tratan las problemáticas que viven las personas pertenecientes a estas.

Es por eso que se planteará brevemente una de las problemáticas significativas que viven las mujeres indígenas de México. Es decir la falta de remuneración al trabajo ejercido y algunas implicaciones que esto tiene, enfocándonos principalmente en el género.


"Taller de derechos laborales dirigido a mujeres indígenas. Zacapoaxtla, Puebla."

De acuerdo a datos de la CEPAL a la semana los hombres de zonas rurales de México ocupan cerca de 44 horas semanales en trabajo remunerado y 14 horas en trabajo no remunerado. Mientras que las mujeres ocupan 37 horas semanales en trabajo remunerado y 57 en trabajo no remunerado. Lo que no solo implica que las mujeres en zonas rurales laboran en promedio 36 horas semanales más que los hombres, si no que la mayoría de estas horas no son remuneradas. Esto sin considerar que en gran cantidad de ocasiones las mujeres se dedican solo a trabajo no remunerado.

Mucho de esto se encuentra justificado en el discurso, por ejemplo en testimonios recopilados en comunidades indígenas de Puebla, como son Quetzalapa, San Juan Acateno y Santa Ana Teloxtoc las mujeres manifiestan: “Es que nosotras no podemos trabajar porque es pesado”, “A ellos les pagan más porque trabajan más”. Al observar dentro del trabajo de campo pudiera incluso justificarse bajo el hecho de que el trabajo mismo requiere fuerza física. Sin embargo cabe hacer el contraste de testimonios de comunidades como Hueynaupan, La Libertad, y Teziutlan, en donde testimonios como: “Trabajamos pero no nos pagan”, “Mi esposo y yo trabajábamos en el campo pero me dijo que no porque voy a descuidar a los niños” y “Yo estudio y también trabajo aunque mi papá quiere que me dedique a hacer tortillas”.


"Cuetzalan del Progreso, Puebla"

Los testimonios denotan que la situación va más allá de la simple distribución del trabajo, y revelan un contexto en donde la discriminación por ser mujer está presente. Cabe denotar que si bien en las zonas urbanas esta discriminación también es un problema presente, no se vive de la misma manera. Considerando de antemano el contexto económico, y racial. Además de factores relacionados a la cultura y la identidad, esta última entendida por Erick Erickson* como aquello que los individuos identificamos como la percepción que tiene el individuo de sí mismo.

El punto reside en si en la definición de Erickson, y se expresa en la siguiente pregunta ¿Qué provoca que mujeres de una comunidad indígena a otra, las dos pertenecientes al mismo estado, tengan tan contrastantes puntos de vista sobre lo que les debe ser retribuidas por el trabajo? Y ¿Cómo esto esta permeado por la cultura y la identidad? Si bien la respuesta no es simple, el analizar desde el género es en sí un punto de partida importante para encontrar una respuesta.


*Erick Erickson, 1997, Teorías de la Personalidad.

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