viernes, 23 de junio de 2017

Masculinidad: Delirio, compensación y muerte.

La masculinidad y la feminidad son conceptos constantemente debatidos en las últimas décadas, surgiendo en lo coloquial bajo dos posturas:

Estas dos posturas en el debate de lo masculino y lo femenino se dividen en el “sentido común” y la psicología constantemente reforzándose a sí mismas y aun así difiriendo entre sí, este último conocimiento, aquel que se deriva de la psicología, tiene dos formas de retroalimentarse siendo la primera la consulta individual y la segunda el trabajo grupal. (Connel, 2005)


Sin embargo, si este conocimiento es presionado, tanto psicólogos como periodistas (representantes del “sentido común”) terminan apelando a preceptos biológicos con parámetros como diferencias corporales y comportamiento, diferencias hormonales y genéticas, siendo así a lo que terminan apelando los medios.

Cabe considerar que las ciencias sociales y humanidades, debaten y argumentan en un espectro más amplio estos conceptos, agregando definiciones como: roles sexuales, relaciones de género, género construido socialmente y la constitución del género dentro del discurso. (Connel, 2005)
Para empezar a hablar de masculinidad hay que considerar 3 proyectos científicos del siglo 20 importantes, edificados a partir de ella, el primero que parte de la teoría freudiana, el segundo de la psicología social y la idea del rol sexual, y el último centrado en el conjunto establecido por la antropología, historia y sociología.

Enfoquémonos un poco en el primero es decir aquel que deriva de la teoría freudiana: La conexión de la medicina al psicoanálisis atreves de la historia ha generado esfuerzos por la normalización y el control social, aunque en esto mismo reside un potencial mucho más radical. Freud mismo comprendía que la sexualidad del adulto y el género no estaban arreglados por la naturaleza, si no construidos a lo largo del conflicto. Siendo el complejo de Edipo una clave importante partiendo de la crisis de los niños (hombres) por su rivalidad hacia el padre y el miedo a la castración. Incluso refiriendo el como la homosexualidad en una larga proporción retiene la cualidad de la estructura de la masculinidad y la hipótesis de que los humanos se constituyen en una aparente bisexualidad donde coexiste lo femenino y lo masculino. Haciendo una compleja pero precaria constitución de la masculinidad, basada en la ansiedad de la castración.



Ahora bien pasando al segundo precepto aquel de la psicología social y el rol sexual:
La aceptación de la masculinidad, no es tan solo una socialización de cierto rol de género. Más bien durante su desarrollo psicológico, adopta e internaliza un conjunto de relaciones sociales basadas en el género; la persona formada mediante ese proceso de maduración se convierte en la personificación de estas relaciones (Guzmán, 2003). Siendo de los 5 a los 6 años la construcción de la masculinidad una respuesta a la constante impotencia, transmitido por la familia, las instituciones, la otredad misma y el sistema jerárquico de género.

Lo que crea la dualidad de: hombres vistos como modelos de “grandeza” y las mujeres como otro carente. Acentuando en los hombres la represión de la pasividad y la acentuación de la impulsividad, la negación de cualquier presencia de feminidad, planteando la posibilidad de suprimir las “indómitas emociones " (Guzmán, 2003) del otro, creando a su vez un sujeto permeado por el poder pero a su vez frágil en su capacidad de mantenerlo. Esto mismo no está sustentando en lo biológico, sino en conducta codificada e ideología, en aquello socializado de la masculinidad, en donde se aliena y distorsiona a los otros, creando una incapacidad por la solidaridad.

Por último más que hablar de la intersección entre la historia, sociología y antropología las cuales tienen un amplio punto al respecto, me gustaría hablar a profundidad del proyecto de masculinidad sustentado en el psicoanálisis, ya no partiendo solo de lo freudiano, si no profundizando en la teoría psicoanalítica posterior a esto:

Masculinidad y feminidad son categorías que aplican a clase, raza y cultura en particular. (Sosa, 1998). Esto plantea a lo femenino como otro con lo que se enfrenta la experiencia subjetiva de los hombres como “sujetos”, otro ajeno, hostil, que suscita rechazo. Creando así un absoluto que no remite anda.



Lo anterior remite a los hombres a la necesidad de horrorizarse con todo sujeto (hombre) que presente un factor feminizado, lo cual puede derivar en manifestaciones como homofobia y misoginia latentes, a esto podemos citar un poco a (Miller, 1997) en donde refiere:

“…no es seguro que el inconsciente admita la existencia de 2 sexos, parece ser que el sexo masculino tiene su preferencia, no se representa el goce más que por el sesgo del símbolo fálico y que la feminidad se hace objeto de una desvalorización, de un rechazo, o sea de una forclusión: Freud habla de un horror a la castración. La mujer no existe, menciona Lacan”

Aquí se explica como el inconsciente masculino, ya hablando de la formación social de la masculinidad, no acepta la existencia de la otredad femenina, creando una necesidad de rechazarla, denigrarla, hacerla inexistente, al punto de que en el imaginario la feminidad misma remueve del poder, es por eso que la acotación de Lacan no está de más “la mujer no existe” ya que aquello que no implique lo fálico, as relaciones establecidas en el poder es simplemente un imposible bajo este imaginario.


El problema del imaginario planteado es la toma de acciones que representa en lo real menciona Adler “la protesta masculina es un modo de comportamiento relacionado a la castración”, lo que se manifiesta en conductas que atentan contra la otredad, con el fin de alejar la castración, aquel sujeto que realizar lo posible con el fin de que el vacío significante no lo abarque, que la ausencia del significante que representa lo femenino, esa dualidad de amor y odio (como lo refiere Lacan) tan amenazante y fascinante para él no lo abarque, he ahí un primer indicio del porqué del “delirio de la masculinidad”. Algo que se abordara en artículos posteriores más a profundidad.


Referencias:

Connel, R. (2005). Masculinities. Cambridge: Polity Press.
Guzmán, M. L. (2003). Dando voz a los varones. Sexualidad, reproducción y paternidad de algunos mexicanos. Morelos, Michoacan: UNAM.
Miller, J.-A. (1997). El inconciente homosexual. Revista de Psicoanálisis no.37.
Sosa, H. L. (1998). Los hombres y su fantasma de lo femenino. Ciudad de México: UAM.