“El
apóstrofe: Oh, amigos míos, no hay ningún amigo. Dice la muerte de los amigos.
La dice. En su «contradicción realizativa» (no debería uno poder dirigirse a
amigos llamándolos amigos para decirles que no hay amigos, etc.), ese decir
vacila entre la constatación -tiene la forma gramatical de ésta- y el fallo de
la sentencia: que sea así, puesto que es así, y conservad lo dicho en la
memoria, tenedlo por dicho. La frase se dirige a la memoria pero nos viene
también de la memoria, y de memoria, pues «la frase que solía usar Aristóteles»
Montaigne la cita, como otros antes de él, la recita de memoria, allí donde
ningún documento literal atestigua el acontecimiento.” (Derrida, 1998)
Un
texto que cita a otro texto… Una escritura muerta citando a otra muerta, a dos
autores ya no presentes… E incluso el citado mismo en este ensayo… ya no
presente, ausente en cierta medida. Sustentando su argumento en la memoria, o
en aquello que nombramos la memoria.
Si
bien, todo el texto citado anteriormente parte de una frase especifica
atribuida a Aristóteles, me parece relevante partir de un punto distinto, pero
a su vez similar. En este caso, de algo escrito por el autor al que se le
atribuye tanto, en particular sobre su escritura de la amistad:
“…Consideramos
a los amigos como el único refugio. Los amigos ayudan a los jóvenes a guardarse
del error; y ayudan a los viejos, los cuales, a causa de su debilidad,
necesitan asistencia y ayuda adicional para sus acciones; y los que están en la
flor de la vida les prestan apoyo para las nobles acciones. <<Dos
marchando juntos>>, pues con amigos los hombres están más capacitado para
pensar y actuar” (Aristóteles, 1989)
Podemos
atribuir esto a distintos puntos, en particular partiendo de lo apartemente
contrastantes que resulta lo dicho en la escritura de Aristóteles (sin llegar
si quiera a las traducciones y como estas cambian los significantes), pero lo
relevante para poder pensar en este ensayo, es quizás el retomar a Aristóteles
para partir de un punto diferente… quizás un tanto más idealizado, pero aún así
relevante para poder pensar la escritura y un tanto más la idea de deconstrucción
Primero
planteado la siguiente idea en cuanto a deconstrucción:
“La deconstrucción no permite, en ella misma,
ninguna acción justa, ningún discurso justo sobre la justicia, sino que
constituye una amenaza contra el derecho y arruina la condición de posibilidad
de la justicia. Sí, responderían algunos; no, respondería la otra parte.” (Derrida, 2016)
En este punto, pensar la amistad aristotélica como
un discurso contrastante en cuanto a aquel de la deconstrucción derridiana, me
parece crucial para poder pensar una escritura que salga pueda replantearse la
idea misma de la escritura de la muerte como una posibilidad… lejana, pero como
un posible.
Lo anterior deseo plantear desde la siguiente hipótesis:
El
contraste de escrituras desde el punto de cruce de lo aristotélico idealizado y
lo derridiano diseminante puede generar un posibilidad de una escritura que
alcance un punto deconstruyente y pensar más allá de la escritura de la muerte.
Incluyendo al idea de la escritura de la muerte en si.
El
plantear el argumento ante esto… resulta truculento, quizás pensando en
Derrida, viéndolo como un esfuerzo cercano a la aporía, una cierta forma de
búsqueda a nivel filosófico, algo que Aristóteles plantearía como el método de
investigación que parte de opiniones opuestas, una gama de posibilidades aporéticas
que se encuentran muy lejos de la simple negación del camino. Al simple hecho
de las contradicciones entre textos mismos, entre sucesos, entre experiencias.
Entre conciencias históricas, incluso pensando en esto último como un
pensamiento que surge de una necesidad moderna a fin de cuentas.
Es
quizás una idea inconclusa por el momento ¿es posible una escritura de la
muerte al contrastar dos puntos de escritura muerta que intentan hablar de un
común significante? Como en este caso aquel llamado amistad. Esto sin
considerar algunos otros conceptos como justicia y el alcance de esta. Es una
posibilidad cerca si se parte de la aporía… de esta contradicción, de un no
“objetivo”. Sino quizás de un escrito que esta y no esta, de una muerte, del
abandono de la presencia misma, del desaparecer dentro del texto. Más allá de
una interpretación sustentada en “¿Qué quizo decir el autor?” Sin embargo, deja
el inconcluso de… ¿si esa no es la pregunta… cual si sería la pregunta para
plantear el problema de la escritura de la muerte ?
Bibliografía:
Aristóteles. (1989). Ética nicomaquea. Madrid:
Gredos.
Derrida, J. (1998). Aporias- Morir
Esperarse (en) los límites de la verdad. Madrid: Paidos.
Derrida, J. (1998). Políticas de la
Amistad. Madrid: Trotta.
Derrida, J. (2016). Fuerza de Ley
<<El Fundamento místico de la autoridad>>. Madrid: Tecnos.
















